Y las palabras,
marchitas en el silencio,
intentan estropear
ese floreciente amanecer
que contemplas,
en la sutileza de una ilusión tardía
que luchaba
por ese espacio en tu corazón.
Corazón indemne,
lúcido,
placido de agonías,
de notas del cuaderno que deje en el borde de mi cama,
expectante
de estruendos,gnosismos
y augurios
en pos de tu voz.
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